domingo, 6 de febrero de 2011

Capítulo 9

      Capítulo 9

Otra vez turno de noche.
-¿Qué están haciendo aquí?-pregunte a un grupo de alumnos.
-Ya nos íbamos-me dijo uno de ellos, creo que era el chico que encontré el otro día en el cuarto de Mía Rinaldi.
-Ya nos contarás-dijo Ralf Sarcozy-que si lo hace bien habrá que probarla.
-Es difícil. Además el otro día te metiste con ella, así que dudo que se meta en tu cama. Jesse ha tenido suerte-dijo otro del grupo que no logré reconocer.
-No me hagan volver a repetirlo-digo con un tono más enfadado, porque lo que acabo de oír es ¿que Jesse ha quedado con Rose para…? No lo habré entendido mal
-Vale, vale tranquilo. Ya nos vamos-dijo y se giro hacia sus compañeros mientras andan hacia sus respectivas habitaciones-De todos modos tengo cosas mejores que hacer-les susurró.
Les seguí hasta que estuvieron en sus habitaciones y si hoy veía a alguno de estos fuera…
No podía dejar de pensar en lo que había oído hablar a ese grupito de chicos debía ser una broma. “Debía ser una broma” me repetía una y otra vez mientras sin darme cuenta me dirigía hasta la habitación de Rose no necesitaba mirar el papel donde tenía apuntado el número de las habitaciones y sus ocupantes porque cómo iba a olvidar donde estaba ella. Cuando llegué llamé a la puerta y no respondió nadie, pensé que estaría dormida, en ese momento abrí la puerta, no sé porque un parte de mí quería verla dormir, pero cuando la abrí no estaba allí.
-Rose no-susurré y cerré la puerta.
Me imaginaba donde podría estar, era una chica lista e iría donde nadie la podría encontrar y aquí esos lugares eran escasos.
La sala de espera en la cuarta planta que nadie usaba era mi penúltima opción, si no estaba aquí solo me quedaba un sitio más. No me iba a rendir, no iba a dejar a Rose… “A Rose, ¿qué? Es una adolescente es normal, ¿no? No es tuya Dimitri no puede esperar que  ella te sea fiel” me dijo otra vez una voz en mi interior, pero esta  vez no la oí ya que solo podía oír los latidos de mi corazón que cada vez eran más acelerados mientras me dirigía hacía esa sala.
En cuanto llegué abrí la puerta de un golpe y allí estaban, habían dado un brinco en cuanto había entrado apartándose. Me dirigí directamente hacia ese chico que la estaba tocando hace unos minutos, al pensar eso no me pude controlar y cogiéndolo por la pechera de la camisa le levantándole unos centímetros del suelo.
-¿Cuál es tu nombre?-pregunte
-Je-Jesse, señor. Jesse Zeklos, señor-tartamudeaba.
-Bien, señor Zeklos, ¿tiene usted permiso para estar en esta zona de dormitorios?-debía seguir el protocolo.
-No, señor.
-¿Conoce usted las reglas de la institución sobre las relaciones entre chicos y chicas?
 -Sí, señor.
“Pues si yo fuera usted saldría de aquí porque si no para mañana no le iba a reconocer ni su madre. Y como vuelva a verle con ella le mato. ¿Lo entiende?” me hubiera gustado decirle, pero en su lugar dije:
-En tal caso, le sugiero que salga de aquí tan rápido como pueda  antes de que se encuentre con alguien que le imponga su merecido castigo, y como vuelva a verle en algo así-dije señalando a Rose con el dedo sin mirarla-seré yo quien lo haga. Y va a dolerle. Mucho. ¿Lo ha entendido?
Jesse puso unos ojos como platos y tragó saliva, no sé cómo habría reaccionado si le llego a decir lo que pensaba.
-¡Sí, señor!-dijo tras un breve silencio.
-Entonces, váyase-fue lo último que le dije antes de soltarle.
Después de que el moroi salió corriendo me gire hacia Rose, estaba dispuesto a dejarle claro unas cuantas cosas, pero… Pero me acababa de dar cuenta de que estaba semidesnuda. No debí mirarla como la miré. Era preciosa, su cuerpo era perfecto, cada curva, cada detalle. No podía dejar de mirarla. Ella me devolvía la mirada, en ella veía excitación y entonces la deseé aún más. No sé si habría aguantado si ella no hubiera preguntado, cambiando su mirada de excitación por una que no podía descifrar:
-¿Ves algo que te gusta?
Demasiado” pensé
-Vístete-dije recuperando la compostura, ¿cómo había llegado hasta ese extremo? No podía volver a permitírmelo.
-¿Cómo me has encontrado?-preguntó tras llevar a cabo lo que le había ordenado-¿Me has seguido para asegurarte de que no me escapaba?
-Cállate-espeté, inclinándome hacia ella tanto que nuestros ojos quedaron a la misma altura- Un conserje te vio y me informó-no podía decirle: “Fui a ver si estabas en tu habitación tras oír una conversación algo peculiar entre unos morois y como no estabas me puse celoso y te he estado buscando por todos los lugares de la Academia hasta encontrarte”-¿Te haces una idea de la enorme estupidez que supone este comportamiento?-seguí cambiando de tema.
-Lo sé, lo sé, te refieres a todo el rollo ese del período de libertad vigilada, ¿no?
-No sólo eso-ni siquiera se me había ocurrido-Me refiero por encima de todo a ponerte en semejante situación.
-Me veo envuelta en líos todo el tiempo, camarada. Pues sí que le das importancia a esta tontería.
-Deja de llamarme así-camarada, ¿por qué me llamaba camarada?-Ni siquiera sabes de lo que hablas.
-Oh, sí, por supuesto. Tuve que hacer un trabajo sobre Rusia y la USSR el año pasado.
-Era la URSS, ¿vale? Y estar con una dhampir es algo importante para un moroi. Les encanta fanfarronear-no para de recordar a mi madre con mi padre.
-¿Y…?
-¿Y?- cómo era posible que no lo entendiese-¿Es que no respetas nada? Piensa en Lissa. Pareces algo barato y de poca calidad cuando te comportas así-algo así siempre quise decírselo a mi madre cuando mi padre le trataba de aquella manera-De ese modo das gasolina a toda la gente que ya piensa mal de las dhampir, y esa conducta también recae sobre ella, y sobre mí.
-Ah, ya veo. Así que de eso va la cosa, ¿no? ¿Estoy hiriendo tu enorme ego de macho? ¿Temes que vaya arruinar tu reputación?
-Yo ya me he labrado mi propia fama, Rose-intente explicarme-Fijé mis reglas y me atengo a ellas desde hace mucho. Queda por ver qué haces tú con las tuyas. Ahora, regresa a la habitación, si es que logras no lanzarte encima de otro más-no pensaba que Rose fuera así y si seguía aquí no sabía que haría lo que había hecho enfadar como hace mucho que no lo hacía.
-¿Ésa es una forma sutil de llamarme puta?
-He oído las historias que te gusta contar y también las que corren sobre ti.
Veía que su interior está muy, pero que muy enfadada, quería pegarme, pero se dominaba y parecía que lo que le había dicho la había afectado porque cuando dijo lo siguiente estaba conteniendo las lágrimas:
-¿Por qué es tan malo… divertirse? No sé, ya sabes tengo diecisiete años. Debería poder pasármelo bien-“Es una adolescente es normal, ¿no?” recordé las palabras de mi vos interior.
-Sí, diecisiete años, pero en menos de doce meses tendrás la vida de una persona en tus manos. Podrías divertirte si fueras humana o moroi. Entonces podrías hacer las mismas cosas que ellos-no sabía si estaba respondiendo a mi vos interior o a Rose.
-Pero dices que no puedo.
-Conocí a Ivan Zeklos cuando tenía tu edad-dije recordando mi pasado-Nos hicimos amigos, aunque no se parecía en nada al vínculo existente entre tú y Lissa, por lo cual él me pidió como guardián cuando me gradué. Yo era el mejor de mi colegio y prestaba mucha atención en clase, a todo, pero al final no fue suficiente. Así es como funciona esta vida. Un desliz, la menor distracción y… -suspiré- Y ya es demasiado tarde.
-Jesse es un Zeklos-dijo Rose. Yo ya me había dado cuenta.
-Lo sé.
-¿Es eso lo que te molesta? ¿Te recuerda a Ivan?
-No importa lo que sintamos ni tú ni yo ni nadie-dije a pesar de que me hacía daño saber que era verdad.
-Pero te molesta-la verdad es que el hacía lo mismo con las chicas dhampir. Siempre me molestó, pero hoy fue diferente-Te duele a diario, ¿verdad? Le echas de menos.
¿Cómo sabía eso? Yo no sé lo había dicho. Dios, cada vez me gustaba más me entendía sin la necesidad de hablar, tenía razón, pero…
-No importa cómo me sienta. Ellos tienen prioridad. Nosotros los protegemos.
Hubo un largo silencio antes de que volviese a hablar.
-Me dijiste que querías luchar, luchar de verdad. ¿Sigue siendo cierto?
-Sí, totalmente-dijo de manera automática.
-Puedo enseñarte, Rose, pero he de creer que pones empeño, que te dedicas a ello de verdad. No quiero que te distraigan este tipo de cosas- y con la mano señale la sala- ¿Puedo confiar en ti?
-Sí, te lo prometo-tardo un poco más que antes en responder, pero sabía que era sincera.
-De acuerdo, te adiestraré, pero has de fortalecerte, es preciso, por mucho que odies correr, lo sé, pero es necesario. No te haces ni idea de cómo son lo strigois. Aquí intentan prepararte, pero no vas a imaginarte su fuerza ni su velocidad hasta que no los hayas visto en acción. Por eso, no dejes el entrenamiento ni las carreras. Vamos a necesitar más entrenamiento si de verdad quieres pelear. No voy a dejarte mucho tiempo para los deberes ni para nada más. Vas a terminar cansada. Y mucho.
Y además así estará conmigo más tiempo” pensé “Dimitri no pienses eso” me regañe a mí mismo.
-No importa. Si me dices que lo haga, lo haré-dijo muy segura.
La miré a la cara durante un rato y su expresión segura y seria no cambio, estaba decidida, eso era bueno.
-Comenzaremos mañana-dije mientras salía.

A la media hora más o menso fui a su habitación abrí la puerta y ahí estaba, dormida. Era preciosa y yo la entrenaría para que fuese peligrosa, no quería que nadie la hiciera daño y la forma más segura de mantenerla a salvo era enseñarla a defenderse.
Estuve observándola durante un rato más, después cerré despacio la puerta para no despertarla y seguí con la guardia.

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